Los orígenes de la Sociedad del Monte Encinar son lejanos, se remontan al siglo XVII, cuando Doña Encarnación Arribas Castejón del Cuervo, condesa del Plantío y marquesa del Casar, conocida popularmente como “condesa del Cuervo”, donó en el año 1645 a todos los hijos naturales de El Barraco, la finca denominada “Cerco Viejo de las Viñas”. Unos años más tarde, en 1737, Doña Concepción Fernández de Asuero y Riscal, marquesa de Santo Domingo de Arlanza, donó los “Baldíos de Juncarejo, Visillo y Cabeza Carrillo”, con unos 2000 pinos. En 1787, Doña Hermenegilda Sánchez Ibarra, marquesa de Santa Cruz, también contribuyó con la donación del Monte Encinar llamado el “Guijuelo” y el “Mancho de la Parrilla”.
Desde ese momento estas propiedades fueron cultivadas y gestionadas en aprovechamiento común por todos los vecinos, hijos naturales de El Barraco, que no podían enajenarlos. Hasta que las “Leyes de Desamortización” de 1 de mayo de 1855 y 11 de julio de 1856, establecieron que todos los bienes rústicos y urbanos de las Corporaciones Civiles debían pasar a manos del Estado, que los declaró enajenables. De forma que el 12 de febrero de 1860, salieron a pública subasta como una finca sola llamada ENCINAR, el “Cerco Viejo de las Viñas”, y el Monte Encinar denominado “Guijuelo.
Sin embargo, la habilidad del alcalde de la localidad, Don Nicolás Zazo y otros 10 vecinos más, en representación de los 359 vecinos del pueblo, impidieron que estas tierras cayeran en manos de los especuladores. Y así el 9 de mayo siguiente les fue adjudicado la citada finca por un precio de 281.100 reales (70.225 pesetas – 422,36 Euros), pagaderos en 10 plazos. La superficie adquirida de 457 Has, disponía de 5950 encinas, 1200 pinos y varias otras especies. La escritura pública de compra se otorgaba el 9 de agosto de 1863, ante el notario de Cebreros, D. Mateo Pérez.
Con el paso del tiempo se van añadiendo nuevas propiedades a la Sociedad Monte Encinar, bien por donaciones, como la realizada por Dª. Anacleta Esteban Fernández en 1873, de la finca denominada “Mancho de Navagrande”, o por compras realizadas directamente por la propia Sociedad, tales como: “Monte del Tormal “(6/10/1880), “Chorro Murueco” (22/03/1901), “Baldíos de Juncarejo y Visillo” (3/03/1902), los Regajos de “Navagrande” “Navas de Carrera”, “Zauderas”, “Cornocosa”, “Navahornillos, “Tejar” y los Manchos de “Navagrande” y la “Parrilla”, (30/10/1907).
Para la administración de sus bienes, derechos y acciones se establecen los primeros estatutos de la Junta Directiva y Administrativa de la Sociedad del Monte Encinar de Particulares de El Barraco, según lo dispuesto en la escritura de mandato otorgada por su presidente D. Abdón Sánchez Martín y otros 359 vecinos –que componían la mayoría de los socios del monte– ante el notario de Cebreros, D. Francisco Otero de la Torre, con fecha 8 de octubre de 1897. La junta directiva se elegiría anualmente el primer domingo del mes de octubre, estando formada por cinco miembros que supieran leer y escribir, a saber un presidente, interventor, depositario y dos vocales.
Posteriormente, el 1 de abril de 1923, se aprueba el Reglamento para el régimen y gobierno de la Junta Directiva y Administrativa de la Sociedad, formado por 6 capítulos y 29 artículos.
Desde su constitución, la Sociedad del Monte Encinar siempre ha tenido una participación activa y directa en la vida de todos los barraqueños, como elemento esencial del pueblo. Contribuyendo económicamente a su desarrollo social y humano: